domingo, 18 de enero de 2009

Sobre los epítetos

Primer consejo: úsalos con moderación y con alguna intención (buena o mala).

Los epítetos son adjetivos que añadimos a los sustantivos sin que modifiquen su referente. (Blanca, en extendió su blanca mano es un epíteto; antes de añadirlo la mano podía ser cualquiera de las dos, y después de añadirlo, también. Derecha, en extendió su mano derecha no lo es, porque limita su significado; antes de añadirlo podía ser cualquiera de sus dos manos y después de añadirlo es una de ellas, la derecha, y no la otra, la izquierda.)

Podemos añadir epítetos a cualquier sustantivo. Por ejemplo,

La princesa le dio noventa y seis besos al porquerizo

La ORGULLOSA princesa le dio noventa y seis SUAVES besos al MALOLIENTE porquerizo

o también,

La MIMADA y CAPRICHOSA princesa le dio noventa y seis BREVES e IRRITADOS besos al TERCO y SUCIO porquerizo

o incluso,

La ORGULLOSA, CAPRICHOSA, MALCRIADA, MIMADA y ESTÚPIDA princesa le dio al porquerizo noventa y seis besos que eran como picotazos de una gallinita.

Pero no es muy seguro que añadiendo epítetos hayamos mejorado la oración inicial.

Fíjate en el siguiente texto de El Quijote en el que he puesto en mayúsculas los epítetos.

-¿Quién duda sino que en los venideros tiempos, cuando salga a la luz la VERDADERA historia de mis FAMOSOS hechos, que el sabio que los escribiere no ponga, cuando llegue a contar esta mi primera salida tan de mañana, desta manera?: “Apenas había el RUBICUNDO Apolo tendido por la faz de la ANCHA y ESPACIOSA tierra las DORADAS hebras de sus HERMOSOS cabellos, y apenas los PEQUEÑOS y PINTADOS pajarillos con sus ARPADAS lenguas habían saludado con DULCE MELIFLUA armonía la venida de la ROSADA aurora, que, dejando la BLANCA cama del CELOSO marido, por las puertas y ventanas del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el FAMOSO caballero don Quijote de la Mancha, dejando las OCIOSAS plumas, subió sobre su FAMOSO caballo Rocinante, y comenzó a caminar por el ANTIGUO y CONOCIDO campo de Montiel”.

Supongo que os habéis dado cuenta de que Cervantes, en este texto, no está escribiendo en serio. Esta parodiando la manera en que están escritos los libros de caballerías. La cantidad de epítetos es uno de los elementos de esa parodia. Si ponemos demasiados epítetos corremos el riesgo de que nuestro texto se convierta en la caricatura de un texto literario.

Comparad con este texto que ya conocéis (está sacado de El equipaje del rey José).

Aunque muy velozmente corría el francés, al poco rato pusiéronse los caballos a medio tiro; disparó don Aparicio su fusil, hiriendo al fugitivo con tal FATAL acierto en mitad de la espalda, que después de dar algunos pasos vacilantes cayó al suelo.
-¡Qué ojo!,¡señor Garrote! Por Santa Lucía bendita. ¡Qué puntería! –exclamó con júbilo Respaldiza-. Yo mismo me admiro, yo mismo me alabo, yo mismo me hago mi apoteosis, porque soy en esto del tirar una de las más grandes maravillas de la Creación.
-La verdad es que como cacería esto ha sido admirable –repuso Garrote-, pero como acción de guerra no se puede poner al lado de las de Wellington. Ese POBRE muchacho las pasa mal.
Llegaron al sitio donde el francés se revolvía en su sangre profiriendo injurias y blasfemias contra sus perseguidores.

En él, Galdós introduce sólo dos epítetos, pero muy eficaces (creo). Especialmente el segundo. Nos ha descrito de manera objetiva, sin juzgarlos explícitamente, los sentimientos y fantasías de estos dos ancianos que juegan a ser héroes. Matar franceses es para ellos como para don Quijote acometer gigantes. Pero ese POBRE muchacho desangrándose es la realidad que irrumpe en su mundo fantástico de franceses que son fieros gigantes.


Me gustaría poneros más textos, pero quedan para otra ocasión.

1 comentario:

Patricio Estreya dijo...

Buenos dias don Merlín queria preguntarle si hay algún trabajo que debamos realizar. Muchas gracias, espero su respuesta.